Por Puno Ardila Amaya
Texto publicado gracias a una alianza con el portal elquinto.com.co
—Los hechos del 6 y el 7 de noviembre de 1985 nos partieron y nos marcaron —comentó el profesor Bernardino—. Todos, de alguna manera, somos víctimas de ese asalto. A todos nos mataron los jueces. Además, las víctimas de todos los bandos nos conmueven: las de los conocidos y las de los desconocidos y las no identificadas.
La toma del Palacio fue por la mañana. De la tarde a la noche, el ambiente se fue volviendo tenebroso. Fue terrible. Nos quedamos en casa de una prima, oyendo lo que se transmitió por radio. La retoma fue crudelísima; fue torpe del lado de los militares: masacraron gente y hubo torturas y desapariciones. Eso está documentado, y el Estado fue condenado. No obstante, todos los hechos execrables que hayan cometido los militares no exoneran ni mejoran el acto terrorista del M-19; fue un ultraje a la justicia; fue partir en dos la historia de Colombia. Cien personas muertas en una noche; en algo más que un día. Mataron a todas esas personas a unas cuadras de mi casa, desde donde alcanzábamos a ver el humo. El aire de Bogotá estaba nublado. Belisario Betancur prácticamente entregó el mando, y, de acuerdo con la información, fue relevado del cargo y relegado a una habitación mientras ejecutaban la retoma. Después, Betancur “asumió” toda la responsabilidad, pero nunca se enfrentó a esa responsabilidad.
Yo era amigo de Carlos Horacio Urán, de Ana María Bidegaín y sus hijas, de Helena y las otras. Él salió vivo, y después lo metieron al Palacio y lo mataron de un tiro en la frente, los militares. Tenemos que conocer esa verdad oculta durante cuarenta años. El Estado ya ha sido condenado por algunos crímenes. Todos los hechos execrables de la retoma, los tanques, las torturas, las desapariciones, que están registrados y verificados, no exoneran ni mejoran el acto terrorista del M19. Es un dolor que también nos construye como nación, pero nunca hay que hacer apología de quienes participaron en estos hechos insensatos de barbarie, ni ondear sus banderas. Los del M19 no dieron verdad ni repararon, y no han pedido perdón, aunque fueron condenados y después fueron amnistiados, y después fueron protagonistas de la Constitución del 91.
Hay victimarios militares y hay victimarios del M-19. Tratar de acomodar los hechos a la ideología es infame. Los dos bandos tienen responsabilidad, y de allí no hay héroes, de ningún bando, solo víctimas y victimarios, y estos han podido darnos verdad, pero no nos han dado verdad. Lo que hizo el Estado es innombrable, pero lo que haya hecho el Estado no los mejora a ellos; no nos hicieron ningún favor tomando el Palacio de Justicia. Y no digo más.























