Foto: Secretaría de Prensa / Presidencia de la República
Angelino Garzón nació en Buga un 29 de octubre de 1946. El hoy vicepresidente de Colombia es hijo de una humilde vendedora de plaza de mercado, la señora Concepción. Sus hermanos mayores son María, Gonzalo y Gloria y a su padre no lo conoció pues falleció cuando Angelino estaba muy pequeño. Su madre siempre llevó la responsabilidad familiar y de ella aprendió el amor al trabajo, al estudio y un sentido de rectitud y honestidad. En un hogar pobre, Angelino asumió la responsabilidad del trabajo desde pequeño, vendía naranjas y periódicos en la calle y llevaba mercados puerta a puerta.
La primaria la cursó en la escuela pública José María Villegas, de Buga, donde se apasionó por el fútbol y descubrió la facilidad que tenía para jugar de arquero, luego Ingresó al colegio académico para cursar el bachillerato. La institución era reconocida en el Valle por las protestas, los paros sistemáticos y la beligerancia de sus estudiantes.
A pesar de que sectores de la izquierda no lo perciben como uno de los suyos, el vicepresidente Angelino Garzón es quien mayor reconocimiento tiene entre los votantes de izquierda, según encuesta de Cifras y Conceptos. Garzón está por encima de Santos en imagen y favorabilidad. Su talón de Aquiles es la salud.
A comienzos de los años 60, doña Concepción decidió irse a vivir a Cali con sus tres hijos mayores, con el ánimo de mejorar su situación económica. Angelino prefirió quedarse en Buga y solo llegó a Cali a finales de los 50 y se radicó junto a su madre en el barrio Meléndez. “Era una especie de invasión y la casita apenas tenía lo justo”, dice su hermana Gloria, en reportaje recientemente publicado por la Revista Dinero. Se graduó como bachiller en el colegio Santa Librada. Al tiempo que estudiaba en el Sena la carreta de técnico electricista, trabajaba en el Club Campestre, donde cargaba las talegas de golf de los empresarios, políticos y personajes de la sociedad vallecaucana.
Fue anunciador del Estadio Pascual Guerrero de Cali. A falta de un tablero electrónico, él levantaba dos paletas de madera que señalaban cómo iba el marcador en los partidos de fútbol, este es un recuerdo de su hija Ángela.
A los 19 años, graduado como bachiller, Garzón entró a trabajar a la Siderúrgica del Pacífico (Sidelpa), donde estuvo al frente del control de calidad de los metales. Allí vivió su primera experiencia en una negociación laboral. A los pocos meses de haber aterrizado en la empresa, la asamblea lo eligió, por encima del presidente del sindicato, para que actuara como conciliador en el trámite de un pliego de peticiones.
En 1971 se unió al Partido Comunista Colombiano y al año siguiente, se trasladó a vivir a Bogotá, donde ingresó al DANE en un cargo administrativo. Continuó con la actividad sindical y como militante comunista promovió la conformación del Comité Intersindical de Trabajadores Estatales,-CITE- en lo cual lo acompañó Aida Abella dirigente sindical en el Ministerio de Educación. Lideró la revitalización de Fenaltrase, que existía desde el año 1960 y estaba de capa caída. En el año 1976 se convirtió en importante dirigente sindical cuando logró ser elegido en el ejecutivo de la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia – CSTC- central donde se agrupaba toda la influencia del Partido Comunista y de allí saltó a ser ejecutivo de la Central Unitaria de Trabajadores, -CUT- en el año de 1986.
Durante el gobierno de Belisario Betancur, a principios de los ochenta, Garzón era un dirigente comunista con mucho ascendente entre las filas de su partido. Se le recuerda como un hombre cercano a las tesis de las Farc, centradas en la desconfianza de las posibilidades de lograr un acuerdo para cerrar el capitulo de la acción con armas. Voces informadas afirman que Angelino era apreciado y respetado en la dirección de esa guerrilla.
Cuando se inicio el genocidio contra la UP, Angelino mantuvo su acción política y mostró valor para enfrentar la barbarie. Andaba armado y era frentero con las personas sospechosas que merodeaban los alrededores de la recién fundada CUT, de la cual Angelino era secretario general. En esa época su hermano Gonzalo, quien era su gran amigo, fue mordido ferozmente por un perro portador de la rabia y murió poco después.
En medio de la Colombia convulsionada de finales de los años 80, Angelino cambia su simpatía por la dirección de las Farc y acompaña las tesis de quienes al interior del Partido Comunista critican la estrategia de “combinación de las formas de lucha”, liderados por Bernardo Jaramillo. Participa activamente del debate interno y plantean un deslinde total de los comunistas con las FARC. Ve con buenos ojos la iniciativa del M-19, de lograr un acuerdo de paz con el Presidente Virgilio Barco y cuando este se firma, inician diálogos políticos con Carlos Pizarro Leon-gómez, en perspectivas de alianzas entre la UP y el recién desmovilizado M-19.
Con el asesinato de Bernardo Jaramillo, en marzo de 1990, Angelino, decide sumarse a la iniciativa del M-19, que junto a otros movimientos constituye la Alianza Democrática M-19. Allí concurre con otro grupo de lideres que parten del Partido Comunista, en esa condición participa de la lista de este movimiento para la Asamblea Nacional Constituyente, que lidera Antonio Navarro Wolff, siendo elegido en el renglón 10 de los 19 que salieron como constituyentes. En ese momento finaliza su etapa de dirigente sindical y abandona la CUT.