Foto: archivo revista Arcanos | cortesía Semana
/ Por Kyle Johnson. La llegada de las Águilas Negras bajo el control de Daniel ‘Don Mario’ Rendón en Tierralta tuvo efectos en las sociedades de varios corregimientos del municipio y en general para muchos campesinos, especialmente los del Bajo Cauca Antioqueño que habían llegado en el 2007, ésta fue vista como un estímulo a la siembra de la hoja de coca. Además en ese año, cuando el Ejército salió de Crucito – un corregimiento cuya economía históricamente giraba alrededor del negocio de pasta de coca y donde los Traquetos primeramente aparecieron – corrió el rumor de la llegada de las Águilas Negras a regular la economía de pasta de coca. Para los campesinos vinculados a ese negocio, fue una buena noticia, mientras para los campesinos tradicionales de la zona, no fue así.
Las Águilas Negras en su comienzo fueron conformadas por combatientes del bloque Élmer Cárdenas que no se desmovilizaron y otros que sí se entregaron pero volvieron a las armas, liderados todos por ‘Don Mario’. Hay un par versiones dominantes sobre los orígenes el grupo: una dice que fueron conformados y empezaron a actuar primeramente en Urabá Antioqueño, mientras otras argumentan que el grupo llegó a esa zona del país más tarde, en el 2008, habiendo empezado a actuar entre Valencia y Tierralta en Córdoba. Cualquier que sea la realidad, la aparición del grupo en Tierralta se dio en 2007 en el contexto previamente descrito.
Al entrar a regular la economía de pasta de coca y su tráfico hacia el Urabá, los hombres de ‘Don Mario’ y los “chichipatos” vinculados a su grupo armado encontraron que su fuente de compra de la hoja de coca y de la pasta eran las FARC y entonces entre 2007 y 2008, las Águilas Negras y ese grupo guerrillero entablaron un acuerdo que giraba alrededor del funcionamiento de esa economía ilegal. Las FARC, según el acuerdo, fueron encargadas de custodiar los cultivos de coca – que en 2008 ya iban en un ascenso dramático –mientras las Águilas Negras de comercializar la pasta de coca hecha por algunos campesinos.
En 2008, se da el desmantelamiento de los Traquetos con la captura de sus últimos comandantes y los pocos combatientes que quedaban del grupo pues los demás terminaron en los Paisas. En el norte del municipio, en abril 2008, varios militares fueron detenidos por tener nexos con los Paisas, incluso un Mayor del Ejército que posteriormente fue extraditado a Estados Unidos. Al mismo tiempo, en Santa Fe de Ralito, se reemplazó todo el personal de la estación de Policía por sus nexos con ese mismo grupo armado. A pesar de sus vínculos con las autoridades, la presencia de los Paisas sólo iba hasta el casco urbano del municipio donde éstos y las Águilas Negras estaban presentes y en conflicto, con el efecto de que los homicidios se dispararon rápidamente generando un acentuado ambiente de miedo.
En octubre de ese año, ‘Don Mario’ renombró las Águilas Negras como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, amenazando a la población del municipio con llamadas a celulares y panfletos para que no abrieran sus negocios hasta nuevo aviso. La gente de Tierralta acató la amenaza y cerró sus negocios porque como una mujer le dijo a El Tiempo, ‘…es mejor hacer lo que dicen porque de lo contrario nos va peor’. La supuesta aparición de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y el efecto de sus amenazas no representan una muestra del poder de ‘Don Mario’ sino más bien los efectos ya socio-estructurales de la violencia prolongada sobre la población de Tierralta.
Aunque en 2009, las entonces Autodefensas Gaitanistas de Colombia ya le iban ganando el conflicto a los Paisas en Tierralta, especialmente por el creciente negocio de la pasta de coca que controlaba, ‘Don Mario’ fue capturado en Urabá. Los hermanos Úsuga quedaron al frente del grupo y rápidamente lo reorganizaron para mantener su jerarquía y control, lo cual era clave frente la nueva amenaza de los Rastrojos quienes llegaron al sur de Córdoba – Tierralta incluida – desde el Bajo Cauca Antioqueño. La reorganización del grupo merecía un nuevo nombre al parecer y el grupo se comenzó a llamar los Urabeños.
En 2010, los Urabeños controlaban alrededor de 70 por ciento de los corredores para el tráfico ilegal en el occidente del departamento, lo cual atrajo la atención del gobierno nacional que mandó a 300 efectivos de fuera de Córdoba para luchar contra los tres grupos neo-paramilitares presentes en el departamento. Las autoridades locales se habían dejado corromper, como había quedado evidenciado con la captura de algunos policías, un soldado y un político por ser miembros de los Urabeños en noviembre 2009. La falta de acciones de las autoridades locales sin duda dejó que éstos crecieran y se consolidaran en Tierralta, y aunque parece que los Paisas tenían nexos más fuertes y consistentes con las autoridades locales en el norte del municipio, éstos simplemente no fueron efectivos en el conflicto con los Urabeños.
Los hombres de los Úsuga pudieron repeler la ofensiva de los Rastrojos entre 2010 y 2011, por dos razones: primero por su presencia militar ya consolidada en el centro y sur de Tierralta; segunda porque la llegada de Los Rastrojos representaba una amenaza para muchos grandes terratenientes en la zona, especialmente para los que tenían tierras robadas por paramilitares de las AUC y por eso acudieron a los Urabeños para protegerse de los Rastrojos. Éstos primeros encontraron una segunda base de apoyo en esos terratenientes, lo cual es esencial en cualquier conflicto irregular.
En 2011 se realizó el Plan Troya que tenía como objetivo combatir a todos los grupos neo-paramilitares en la costa caribe del país. Duró meses y, según las autoridades, tuvo muchos éxitos, pero muy poco afectó a los grupos armados ilegales en Tierralta. Aunque se llevó a cabo el primer combate con un grupo neo-paramilitar en el municipio, sólo 6 operaciones terminaron con capturas y dos con algún tipo de acción contra el narcotráfico ligado a estos grupos. Al parecer miembros de los grupos neo-paramilitares salieron de la zona durante la ofensiva estatal y volvieron cuando la situación les era mejor, muy al estilo guerrillero.
Al final del año pasado, en Acandí, Chocó, Juan de Dios Úsuga, alias ‘Giovanni’, líder de los Urabeños, fue muerto en una operación de la Policía Nacional lo cual llevó a que el grupo armado realizara un paro armado en toda la costa caribe, que demostró el poder que habían conseguido en todo el norte del país. En Tierralta, el paro tuvo un efecto total, con calles vacías pues en el casco urbano no es que sólo están presentes los Urabeños sino que ya tienen un control casi hegemónico, especialmente por la corrupción y ayuda de las autoridades estatales locales, según testimonios del municipio.
La respuesta de las autoridades de capturar a muchos miembros del grupo simplemente no fue suficiente como para cambiar esa dinámica y hasta hoy en día los Urabeños controlan la mayoría del municipio de Tierralta, aunque algunas versiones cuentan que su acuerdo con las FARC se rompió en abril llevando a una nueva ola de violencia.
La historia de las Águilas Negras en Tierralta – como la del ERPAC en los llanos orientales – muestra la importancia de los nexos no basados en la violencia de los grupos armados ilegales con la población civil local, tema que no se ha querido discutir, admitir y a veces ni pensar en el debate público. La corrupción de las autoridades estatales al nivel local también es clave pues, como diría cualquier narcotraficante, sin la ayuda de éstas traficar drogas simplemente sería imposible. Además dada la fortaleza de las FARC en el sur del municipio, era necesario para las Águilas Negras/Urabeños llegar a un acuerdo con ellas.
Parece que para que un grupo armado neo-paramilitar dure en el largo plazo, tiene que minimizar la presión militar de la Fuerza Pública y donde es necesario; la de las FARC, mientras gana los conflictos con otros neo-paramilitares. Adicionalmente se requiere un apoyo social y finanzas, por la naturaleza del conflicto armado en que está involucrado. Las Águilas Negras lograron todos esos objetivos en Tierralta y como muestra el paro armado al comienzo de este año en todos los departamentos del norte del país.