Foto: Tejido de Comunicación -ACIN-
/ Por Miguel ángel Epee’yüi López-Hernández.* Esta minga de Toribío es para recuperar el dominio de la casa de la vida del Cauca… y una señal para el que el resto de colombianos recuperemos nuestras propias casas de la dignidad humana.
La soberanía de un país está sostenida y enraizada en los valores de la dignidad humana que vive y mide su propia población. Para nosotros, los miembros de las comunidades indígenas, los postulados fundamentales que edifican un Estado-nación, tales como república unitaria, control presupuestal, fuerza pública legitimada, prevalencia del interés general, todo ello descansa en los pilares del respeto de la dignidad humana de una determinada población.
Si ante los sucesos de confrontación de la población nasa de Toribío con la fuerza pública del Ejército y la Policía, la mayoría de la ciudadanía de Colombia se pregunta: ¿hay algo por encima de la fuerza pública que representa el Presidente de la República? ¿El interés particular de una parcialidad indígena está por encima del interés general de la seguridad del resto de los colombianos?; nuestros interrogantes, luego, van más allá: ¿La construcción de la soberanía no se sostiene desde los valores de la dignidad humana en los acuerdos democráticos por los cuales se pertenece a un país? ¿Qué salida encuentra un pueblo al que le han sido incumplidos, sistemáticamente, los acuerdos constitucionales por parte de los gobiernos centrales? ¿Están por encima de la dignidad humana de una población negada, sacrificada y burlada los llamados principios políticos de la fuerza pública legitimada, del Presidente como comandante de la nación, de la prevalencia del interés general del resto de los colombianos? Nosotros respondemos que por encima de ello solo está la dignidad de restaurar la dignidad.
Las acciones de hecho de la colectividad nasa de expulsar a los representantes de la fuerza pública de sus territorios resguardados es, justamente, una acción esencial de soberanía; debe ser vista como una restitución de los fundamentos de una nación, es el pleno ejercicio del poder incorruptible de un pueblo, y sobre estas bases se reconstruyen los pilares orgánicos para fortalecer a un Estado social de Derechos.
Lo que estamos presenciando es, precisamente, la asunción del poder soberano de la base poblacional de Colombia. El fragor en los cerros del Berlín está configurado en la reflexión de un líder nasa, al decir: «En medio de la violencia ciega de la guerrilla, la violencia cobarde de los paramilitares y ante la ineficacia del Ejército y la Policía… la presencia del sucio dinero del narcotráfico y los incumplimientos del Gobierno, solo queda nuestra vida pisoteada, humillada… Nuestra reacción es pura sobrevivencia» «La minga de resistencia civil», como es llamada esta jornada de levantamiento en el pueblo Nasa, está diseñada desde las estructuras del pensamiento originario de los pueblos caucanos:
«La vida es una sabia integración de conjuntos. Organizar espacios para conducir las fuerzas hacia su propia unidad. La minga es un conjunto de fuerzas para ayudar». Esta minga de Toribío es para recuperar el dominio de la casa de la vida del Cauca… y una señal para que el resto de colombianos recuperemos nuestras propias casas de la dignidad humana. Hoy es preciso recordarles a muchos compatriotas escandalizados por «las locuras de los indios» que este proceso de empoderamiento del territorio, o como mejor lo llaman los Nasa, los Misak y los Yanaconas: «luchas de curación de la tierra», lleva años de cultivo y ha sido reconocido por autoridades civiles nacionales e internacionales, como la Friedrich Ebert Stiftung, al recibir el premio nacional de paz en los años 2000 y 2004 y ser nominados al premio Nobel de Paz en el año 2007.
Son estos los escenarios para el reaprendizaje de país. Conocernos y reconocernos en nuestras debilidades, en las grietas del colectivo indígena y en su inagotable capacidad de reconstrucción, en las arrogancias de los grupos armados ilegales, en la sobreestima de los funcionarios públicos de los «infalibles gobiernos centrales», en la inveterada ligereza de los medios de comunicación… todos creyéndose bien justificados y absueltos de toda responsabilidad, pero la mesa del «diálogo de las entrañas» aún sigue vacía.
La semilla del Estado social de Derecho es la dignidad de sus pueblos; los Nasa defienden su siembra.
*Escritor Wayuu