Foto: Las Farc durante los diálogos del Caguán | Presidencia de la República
/ Por Germán Valencia*. En próximos días se inician en Oslo, Noruega, los diálogos entre el Gobierno Nacional y las Farc; luego, se trasladarán a La Habana, Cuba. Lo que significa que, además de los dos actores indispensables para iniciar el proceso, estarán presentes en la mesa de negociación la comunidad internacional. Los gobiernos de Cuba y Noruega han sido invitados a participar desde el inicio en el proceso de paz y continuarán vinculados en la segunda fase de negociaciones como garantes; además se les unirá, en esta segunda fase, Venezuela y Chile en calidad de acompañantes.
También se ha dejado abierta la puerta para que “de acuerdo con las necesidades del proceso” se pueda invitar, de común acuerdo, a otros gobiernos, como consta en el texto firmado entre las partes en febrero de 2012. Posibilidad que quedó ratificada esta semana, cuando el Presidente Juan Manuel Santos realizó la presentación del proceso ante la Asamblea General de la ONU. Es evidente, entonces, que la comunidad internacional jugará un papel importante en el actual proceso. Lo que hace necesario pensar de nuevo, el papel que cumple y debe cumplir este actor en los procesos de paz, tanto externos como en los internos.
Desde hace casi un siglo la comunidad internacional ha puesto la paz como un valor universal; considerado, además, como la base de las buenas relaciones entre Estados. De allí el interés por intervenir en los conflictos internos y trabajar en su solución. En cien años de historia, ha participado unas veces en calidad de observador, garante o acompañante y, en otras, como conciliador, mediador o árbitro, entre otros roles. A pesar de este interés manifiesto, la presencia de la comunidad internacional en la solución negociada de la paz ha sido reducida. En treinta años de procesos de paz, solo hasta los diálogos en El Caguán (1998-2002) se nota una participación decidida del gobierno por dejar participar a la comunidad internacional en los procesos de paz.
Antes de 1998, la participación de la comunidad internacional había sido muy limitada, algunos ejemplos así lo evidencian: en el proceso con el M-19, la Internacional Socialista participó como testigo; en los noventa, el Comité Internacional de la Cruz Roja hizo presencia para atender los problemas de violación de derechos humanos y liberación de presos políticos (recuérdese su intervención en la liberación de los 72 soldados e infantes de Marina retenidos por las Farc en 1997); y en los acercamientos con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, entre 1991 y 1993, primero con Venezuela en Caracas y luego con México en Tlaxcala como veedores externos.
Es claro que la comunidad internacional ha sido clave en los procesos de paz en Colombia y se ha convertido en un valioso aliado en la búsqueda de una solución negociada al conflicto. En este nuevo proceso no será diferente, lo importante será tener claro cómo será esa participación.
Pero solo hasta 1998 es cuando se inicia en Colombia, lo que podría llamarse, la Diplomacia por la paz. Durante el gobierno de Andrés Pastrana la comunidad internacional se convirtió en un gran aliado en el logro de su política de paz. Su actuación fue variada: ayudo en el trabajo intelectual de comprender el conflicto (causas y consecuencias del conflicto), sirvió de garante en la estabilidad y desarrollo de todo el proceso de negociación, denunció los atropellos comentados en la Zona de Distención y fue un actor clave en la crisis de enero de 2002 para reanudar el proceso.
Mas tarde, en la desmovilización de las Auc y en los acercamientos con el Eln en 2005, se notó de nuevo su presencia, aunque de una manera muy distinta. En la desmovilización de las Auc su participación se redujo a una misión de verificación del respeto de los derechos humanos en las zonas de desmovilización de los grupos paramilitares (comisión de apoyo que se dio por la OEA). Y en los acercamientos con el Eln, México se propone como país facilitador del proceso de acercamiento y fue apoyado por un Grupo de Países Amigos, compuestos por España, Francia, Suiza, Noruega y Cuba.
De esta rápida historia queda claro que la comunidad internacional ha sido clave en los procesos de paz en Colombia y se ha convertido en un valioso aliado en la búsqueda de una solución negociada al conflicto. Ha ofrecido ayuda técnica y financiera a los procesos, ha ayudado a crear las condiciones necesarias para el diálogo, le ha dado legitimidad internacional a las negociaciones, ha presionado a los bando para que las negociaciones no se interrumpan o continúen y ha ayudado a equilibrado intereses contrapuestos, entre otras funciones. Pero también ha cometido errores, por ejemplo, en los diálogos de El Caguán, al no asignarle un papel claro y formal y cumplir tareas imprecisas, como las críticas que se le hicieron al Asesor Especial para Colombia de la ONU. De allí que haya que trabajar en pensar cuál será su rol, sus funciones y tareas en este proceso.
El gobierno Santos de manera acertada ha incorporado de manera definitiva la comunidad internacional. Les ha asignado a unos países el papel de garantes y a otros de acompañantes. Pero queda aun por resolver cuál papel se le pedirá a la ONU que cumpla luego de la invitación y de los otros países que se le unan. Colombia debe pensar muy bien cuál será la ayuda de terceros; tener claro los esquemas y formas de participación concreta.
Es necesario señalar cómo será la asistencia a las partes durante la negociación y firma de acuerdos; también es necesario que se piense su papel en la verificación de los acuerdos y en la fase de reconstrucción nacional y consolidación de la paz. Se debe aprender, de casos como el centroamericano, donde la comunidad internacional fue imprescindible al momento de administrar esa paz para garantizar el cumplimiento y la sostenibilidad de los acuerdos. En síntesis, hay que explorar las distintas formas como la comunidad internacional puede participar e incidir en la negociación de la paz y el fin del conflicto colombiano.
* Germán Valencia es Profesor del Instituto de Estudios Políticos, pertenece al Grupo de investigación Hegemonía, guerras y conflictos y es estudiante del Doctorado en Estudios Políticos Universidad Externado de Colombia.