Foto: archivo revista Arcanos
/ Por Kyle Johnson*. Los dos actores en la mesa de negociación de paz en el Caguán no fueron los únicos culpables por el fracaso de llegar a un acuerdo para terminar la guerra en Colombia. Otros actores, conocidos como spoilers – líderes y grupos que creen que una paz que emerja de negociaciones amenaza su poder, cosmovisión y sus intereses, y entonces usan la violencia para minar los intentos por lograrla, según Stedman – también jugaron un papel en asegurar una negociación fallida. El spoiler principal durante los años del despeje claramente fueron las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), lo que tiene implicaciones para el debate de que si estos paramilitares fueron actores políticos o económicos, o ambos.
Diez años después, no sólo las Farc llegan a una mesa de negociación diferentes – debilitadas sin duda –, la guerra que llega a la mesa es distinta también. Las Auc como tales ya no existen, pero en su lugar están algunos grupos neo-paramilitares y otros ‘bacrim’, ya que sería – según mi punto de vista – un error verlos necesariamente solo como uno o como otro, lo cual desconoce la posibilidad de que no todos quepan dentro de una sola categoría, y el hecho de que en momentos y lugares diferentes, éstos actúan de maneras distintas, y que incluso los intereses dentro del mismo grupo pueden variar, muchas veces según la ubicación urbana o rural del “frente” del grupo.
Esas circunstancias significan que el papel que juegan los neo-paramilitares y ‘bacrim’ no es uniforme a través del país, e implica que entonces se debe suponer que el rol que desempeñarán dentro de las economías y los espacios sociopolíticos ilegales tampoco será uniforme. A la vez, ese punto no hace imposible considerar algunas probables generalidades en la actuación de estos grupos herederos de los paramilitares de las Auc, especialmente en cuando a las economías ilegales dominantes en el país.
En cuanto al negocio del narcotráfico, para discutir lo que harán los grupos ‘bacrim’ y neo-paramilitares, hay que reconocer primero el papel de las Farc en ése para así identificar el espacio que podría ser copado por otros actores. En muchos lugares del país esta organización guerrillera maneja y regula la economía de la coca, comprando la hoja y la pasta, o permitiendo a ciertos actores comprar estas mercancías por un impuesto – de ahí que tengan cierto capital político en territorios muy específicos en el país. Pero en otros lugares del país, está involucrada directamente en el procesamiento de la pasta de coca en cocaína, y la contratación de narcotraficantes más grandes para enviar el producto final a los mercados ilegales internacionales.
Ante un eventual proceso de paz con la guerrilla de las Farc, es importante comenzar a plantearse desde ahora cómo se reconfigurarían las economías de los grupos armados ilegales que surgieron tras la desmovilización de las Auc.
Lo más probable será que los grupos neo-paramilitares y ‘bacrim’ busquen copar los espacios dejado por las Farc en el negocio del narcotráfico, pues está en su interés puramente económico tener un monopolio sobre la cadena completa del narcotráfico, oportunidad que se presentará si ese grupo insurgente se sale del negocio como resultado de eventuales acuerdos de paz.
Visto así, existe la probabilidad de que haya fuertes combates o acuerdos estratégicos entre estos grupos armados ilegales no por las ganancias relativamente pequeñas provenientes del negocio sino por la oportunidad de monopolizar la cadena completa – desde la compra de hoja de coca o pasta de coca hasta los envíos de cocaína a los mercados internacionales – que se presentará. Lo diferente es que sería una situación (muy poco común) en la que un grupo armado busca participar aún más en la cadena del narcotráfico pero yendo desde arriba hacia abajo. Si uno cree que los grupos ‘bacrim’ y neo-paramilitares están motivados más que todo por intereses económicos, será poco probable que actúen como spoilers.
Otro ejemplo que se puede dar en cuanto a lo económico es el tema de la minería ilegal, pero los cambios que se den probablemente no serán tan grandes e importantes en la estructura de este negocio porque los neo-paramilitares y las ‘bacrim’ ya controlan muchas minas ilegales más que las Farc, menos en zonas como Cauca y Nariño, donde hay más acuerdos y igualdad entre los varios grupos armados ilegales presentes en estos departamentos. Pero en zonas como Bajo Cauca Antioqueño, la guerrilla no está tan metida en la minería ilegal como ‘Los Paisas’, ‘Los Rastrojos’ y ahora pareciera que ‘Los Urabeños’. Igual como este negocio va creciendo día tras día, probablemente terminará siendo una fuente cada vez más importante de financiación para estos grupos armados ilegales.
El control de estos negocios también lleva a que los grupos armados involucrados cambien las relaciones sociales con la población civil, muchas veces sustentadas en prácticas violentas de dependencia, como por ejemplo con los campesinos cocaleros y los “empleados” en una mina ilegal. Entonces habrá un “desplazamiento” de esta relación social entre una parte de la población social y ciertos actores armados; es decir, la población civil que le da el poco capital social a las Farc, podría terminarle dando ese mismo capital social a otro grupo armado a través de una relación semejante de dependencia. En otras palabras, los grupos neo-paramilitares y las ‘bacrim’ no sólo coparán mucho territorio dejado por un acuerdo con las Farc, también podrá cooptar mucho capital social dejado por esta organización insurgente.
No se debe esperar una intervención violenta fuerte por los grupos neo-paramilitares y ‘bacrim’ para evitar que no se logre un acuerdo entre el gobierno y las Farc. No está en su interés económico, y sean o no grupos motivados por lo económico, cualquier grupo armado sí necesita fuentes de financiación para poder sobrevivir. Si estos grupos ven la oportunidad de monopolizar la cadena completa del narcotráfico, de aumentar así sea por un poco sus ingresos de la minería ilegal, y de garantizar cierto capital social – lo que también es necesario para cualquier grupo armado ilegal- se deben ver desde pronto unos cambios en estrategia y actuación por parte de ellos para mejor copar el espacio económico de dejado por la guerrilla.
Dada la historia de confrontación entre los grupos neo-paramilitares y ‘bacrim’, en algunos lugares, como Nariño y Norte de Santander, se podrá dar un aumento en la violencia, mientras en otros lugares como Meta y Putumayo, hay dos posibilidades: que los grupos presentes hoy en día queden con el control sin competencia, o que otro grupo entre desde afuera para disputarle el control de las economías ilegales a los grupos ya presentes en estas zonas del país.
* Kyle Johnson es politólogo de la University of Connecticut, Magister de la Universidad de los Andes e investigador de la Corporación Nuevo Arco Iris.