El Chavismo arrasó en las elecciones para gobernadores y Cabildos Estadales el pasado 16 de diciembre, ganó 20 gobernaciones de las 23 en disputa y los 23 de 24 cabildos estadales, el equivalente a las asambleas departamentales aquí en Colombia. De las tres gobernaciones que gana la oposición, la de Lara y Amazonas las gana un destacamento político llamado PPT que hasta hace un año era parte de la corriente bolivariana y hoy se ha sumado a la oposición, solo una gobernación, la de Miranda se consolida como el bastión de la clásica resistencia opositora de derecha purasangre, esta victoria en Miranda, era sabida de antemano, pues allí se concentra el voto de la clase media y la élite venzolana.
La derrota opositora cobra dramatismo si consideramos que pierde cinco estados donde era gobierno, pierde todo el eje fronterizo con los estados de Mérida, San Cristobal y Zulia, un importante estado central como es Carabobo, y en oriente a Nueva Esparta, el Chavismo recupera estos estados y consolida su presencia en los que era gobierno. La rabiosa ultraderecha venezolana, ha quedado por ahora con una cabeza de playa importante como es Miranda, el cual es un estado cuya composición electoral es mayoritariamente clase media y alta. La victoria en este estado, liderada por el derrotado candidato presidencial Henrique Capriles, ha querido ser presentada por la matriz mediática como la recomposición del liderazgo opositor, pero aquí desde venezuela las costuras se ven con claridad, tanto que muchos analistas de la propia oposición expresan sorpresa y desánimo por tan dramática derrota y llaman a evaluar a fondo para recontruirse.
Como siempre, en los grandes medios de la derecha nacional e internacional se trata de paliar la paliza aduciendo como causa de esta colosal derrota, la solidaridad despertada por la enfermedad del presidente, pero la derrota opositora fue pintada desde los resultados del 7 de octubre, no se requería la recaída de salud del presidente, el portaaviones de la victoria chavista en estas elecciones para gobernadores ya estaba construído desde entonces.
Así mismo, como lo hemos sostenido en artículos anteriores, la victoria chavista en las presidenciales, debe ser leída como parte de un cambio en la matriz actitudinal e histórica del pueblo venezolano, el cual ha construído una fuerte representación colectiva alrededor de los libretos igualitaristas y libertarios, inutilmente los libretos neoliberales intentan ganar espacio político en la venezuela de hoy, la derecha para pervivir, obligadamente deberá migrar hacia posturas social demócratas, a riesgo de parecerse tanto a Chávez que la gente seguirá optando por el original en vez de la copia.
La consecutiva victoria bolivariana durante este 2012, tiene sin embargo un contexto y tiempo político inédito jamás vivido durante estos 14 años, se inicia el ciclo del relevo político de Hugo Chávez como dirigente central del proceso; la gravedad de la enfermedad y los escenarios de desenlace, lo llevó a visibilizar a Nicolás Maduro como el lider de este nuevo ciclo político, sin embargo en la intimidad del Chavismo, ha sido un equipo colectivo quien recibe la delegación de continuar con el libreto político esbozado desde la agenda bolivariana 200 en 1996 y desarrollado posteriormente en la constitución bolivariana y los planes de desarrollo.
Llegó el tiempo de desechar la infantil consigna de “con Chavez todo, sin Chávez nada”, el mismo presidente en su despedida ha dicho con serenidad “venezuela queda en buenas manos”, lo expresó con la confianza en la solidez de lo construído, el país queda en manos de una generación que lo acompaño en el levantamiento insurgente de 1992, en la movilización constituyente de toda la década del 90 y en el gobierno bolivariano durante estos 14 años, queda en manos de un liderazgo colectivo que contra todos los pronósticos de contradicciones al interior del Chavismo, ha dado pruebas de articulación alrededor de un mismo proyecto como es la construcción de una democracia sustantiva llamada socialismo del siglo XXI. Además cada factor de poder que converge a esta nueva dirección colectiva, se requiere mutuamente para sobrevivir en la intensa disputa con la derecha y el imperialismo, la disputa de la derecha por retornar al poder es tan intensa que no le permite a ninguna de las fracciones bolivarianas plantear escenarios de división o de alianzas con factores de la derecha.
El primer elemento para valorar el futuro político del relevo en el liderazgo bolivariano, es la identificación del sujeto histórico que le da soporte y proyección al proceso revolucionario, evaluar si se ha agotado su dinamismo revolucionario y si tiene dinámica propia por fuera del llamado liderazgo unipersonal de Chávez. Digamos al respecto que en venezuela existe un sujeto nacional popular revolucionario representado en el pueblo movilizado y en las mayoritarias corrientes nacional revolucionarias al interior de las fuerzas armadas venezolanas, no olvidemos que estas fuerzas militares son un caso atípico y particular en el contexto latinoamericano.
La conciencia nacionalista en la defensa del petróleo y la democracia, frente a las pretensiones imperiales y la burguesía criolla, tiene como antecedentes los levantamientos del «Carupanazo» y el «Porteñazo», insurrecciones realizadas entre las Fuerzas Armadas y la izquierda insurreccional venezolana, hechos ocurridos durante la presidencia de Rómulo Betancourt (1959-1964). El primero estalló el 4 de mayo de 1962, el segundo el 2 de junio del mismo año; al ser derrotados, los destacamentos militares se repliegan posteriormente al campo y forman la primera guerrilla venezolana conocida como las FALN (Fuerzas Armadas de Liberación Nacional), la historiografía amañada pretende levantar a Hugo Chávez como un fenómeno carismático descontextuado y sin historia, nada más equivocado, Chávez es la síntesis de una corriente histórica desatada desde la década del 60 y madurada en el ciclo de gobierno bolivariano de 1999 hasta hoy 2012.
En contravía a esta constatación histórica, en su incomprensión del proceso Venezolano, los masmedia y la intelectualidad alinderada con el proyecto de liberalismo económico, más no así de liberalismo político, han reiterado la imagen de un proyecto político suspendido sobre un eje de gravitación unipersonal, Chavez es el alfa y el omega, antes de él no existía nada, después de él todo colapsará, el pueblo es visto como simple vasallo o turba de menesterosos, que ante la desaparición del líder sucumbirá en el llanto y el barbarismo.
La desaparición de Chávez de la escena material del liderazgo político en venezuela, no significará el derrumbe de la revolución bolivariana, significaría su cristalización simbólica como nueva identidad política para la venezolanidad, sería el surgimiento ahora sí del Chavismo, no sin chávez, sino con todo él.
Olvidan que es un pueblo hecho sujeto desde los levantamientos del Caracazo en febrero de 1989, olvidan que Chávez es su creación y no a la inversa, también olvidan que el 13 de abril de 2002, ante la ausencia de Hugo Chávez, pues estaba desaparecido y cautivo por los golpistas en la isla de la Orchila, el pueblo ligado a las corrientes nacional revolucionarias de las fuerzas armadas, levantaron como bandera política la recuperación del hilo constitucional, en la noche, aun sin saberse, ni sospecharse el próximo regreso de Chávez, celebraron la juramentación de Dios Dado Cabello como presidente.
La tesis del unipersonalismo en la dirección bolivariana es complementada, con la imagen de un chavez dictador, el cual encarna un régimen totalitario, esta tesis solo ha podido tener eco en contextos políticos donde la reflexión racional y la argumentación han cedido el espacio a los privados, que desde los masmedia, prefabrican la “opinión pública” como la opinión de todos, donde sus intereres son presentados como lo “colectivo”, esas construcciones abonadas por la intelectualidad cooptada, han construído el concepto de “neopopulismo” para caracterizar la forma política que recorre a América Latina desde Ecuador, Bolivia hasta Venezuela. Se salvan de este calificativos los gobiernos neoliberales, o los que presentan un modelo explícito de pacto con el capital nacional como es Brazil y Argentina, los proyectos que aboguen por la tarea socialista y la desestructuración de las cadenas del capital financiero y trasnacional son a secas “neopopulistas”.
La categoría populismo es vaciada de contenido y contexto, se usa por ejemplo para cuestionar las políticas fiscales expansivas que soportan la garantía de los derechos económicos y sociales, así, sino eres neoliberal, eres populista, pero ¿que es populismo?, se dice y acepta como un épiteto para señalar la postura políticamente incorrecta a los ojos del capital y sus sanedrines convertidos en calificadoras de riesgo.
Más allá del epíteto o la descalifcación, el concepto de populismo es inocuo e inutil para definir los diversos fenómenos políticos latinoamericanos de mediados del siglo XX o los existentes a principios de este siglo XXI. Los diversos fenómenos que tratan de asirse estrechamente como populistas, en particular los procesos argentinos con Perón, Brazileño con Getulio Vargas, Peruano con Alvarado, Panameño con Torrijos y Colombiano con Jorge Eliecer Gaitán, han sido procesos socio-políticos de mucho valor para América Latina, fueron una mediación política que trajo al mundo de la política, de lo colectivo, a millones de excluídos, significó una variante latinoamericana de entrada a la modernización capitalista desde un fuerte acento nacional, anti imperial y antioligárquico.
El “concepto” de populista o “neopopulista” no permite representar, caracterizar o distinguir proceso real alguno, por ejemplo, mientras en las realizaciones sociales de los llamados populismos latinoamericanos encontramos un eje articulador en las transformaciones estructurales de lo económico y social (Leyes antimonopolio y de gestión nacional de la economía, nacionalizaciones de sectores estratégicos, expansión de derechos económicos y sociales, etc), en otros procesos como el Chileno con Salvador Allende encontramos las mismas rupturas y transformaciones (Programa de Nacionalización del cobre, carbón, salitre, hierro, etc, expropiación de los monopolios y la mayoría de la banca, liquidación del latifundio, derechos de los trabajadores, etc), ¿porqué unos procesos son populistas y otros no?. No estamos ante una disyuntiva teórica de caracterización, sino ante un concepto vacío prefabricado por los intereses de la gran burguesía finaciera, los terratenientes, la iglesia y el imperio, el “concepto” populista, abona a desprestigiar, encasillar y aislar las experiencias más singnificativas de rutura con la relación imperial y premoderna de las economías latinoamericanas, ya sea bajo la egida estructurante de la burgusía nacional (Experiencias de mitad del siglo XX), o bajo la vanguardia de sujetos nacional populares como en el caso Venezolano actual, Boliviano o Ecuatoriano.
Y destacamos el debate sobre el populismo, pues consecuente con la traza histórica del llamado populismo, esta corriente de de pensamiento afirma sin recato que ante la desaparición del lider en los procesos “populistas”, éste colapsará, luego, si el proceso venezolano es populista, la desaparicón física de Chávez de la escena política hará revertir el proceso. Aquí hay una alta dosis de cretinismo político e intento de desmemoria histórica, el proceso de Perón o de Alvarado no fracasa por la desaparición de su líder, fracasa por la restauración violenta y rabiosa de la derecha por la vía del golpe militar, no colapsa por una ruptura de la alianza que lo soportó (Burgesía nacional, trabajadores, clases medias), ni por la inviabilidad económica de su modelo, sino por el empuje del capital financiero, los terratenientes, militares fascistas y el clero, los cuales trabajaron con saña y sangre los cierres violentos del ciclo político de estos portentosos experimentos de revolución nacional.
En venezuela la ultraderecha no cuenta con una correlación similar para acometer el cierre violento del ciclo de revolución bolivariana estando o no estando chávez, ya lo intentó en el 2002, pero su incompetencia llevó a una correlación ascendente de las fuerzas nacional populares revolucionarias, las cuales hoy ostentan la triada perfecta de legalidad, legitimidad y fuerza para preservar el proceso.
El pueblo seguirá alineado con el proyecto que le signifique la resolución de las tareas de igualdad y libertad, llámese como se llame el nuevo liderazgo, asuma la forma de partido o movimiento, las mayorías nacionales están direccionadas hacia un propósito histórico. Un reciente estudio de la encuestadora Hinterlaces, revela como el 47% votaría por otro candidato del proceso en caso de que Chávez desaparezca, solo un 25% lo haría por un candidato de la oposición. La idea mesiánica de que todas las cosas buenas que ha hecho Chávez, se acabarían si el se va, si bien mayoritaria, no parece ser preeminente, 49% esta de acuerdo pero 47% está en desacuerdo, 49.6% piensa que es necesario construir nuevos liderazgos dentro del mismo proceso, en contra de 39.8% que piensa que no es necesario.
La desaparición de Chávez de la escena material del liderazgo político en venezuela, no significará el derrumbe de la revolución bolivariana, significaría su cristalización simbólica como nueva identidad política para la venezolanidad, sería el surgimiento ahora sí del Chavismo, no sin chávez, sino con todo él, con todo su legado de valores y modelo de sociedad construir, sin duda, ahora más que nunca en Venezuela, ¡Bolivar vive, la lucha sigue!…
/ Wilfer Bonilla
Centro de Estudios Económicos y Sociales
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