/ Por: Hernán Suárez. No hay nada que irrite y desmoralice más a un partidario o líder de izquierda que recordarle que Colombia es, desde hace una década, un país predominante y mayoritariamente de derecha.
El pensamiento de izquierda escurre esta realidad, patalea, echa mano de la dialéctica y de la ley de la relatividad, recita las cifras sobre la miseria y la pobreza del país, las contradicciones insolubles del capitalismo, para terminar haciendo un acto de fe en su visión redentora y justiciera. Le cuesta aceptar que con la llegada al poder del ex presidente Uribe la derecha se hizo realidad no solo como fenómeno político sino ante todo, y es lo más grave,como fenómeno cultural y social. Uribe sacó a la luz pública, saco del closet, el derechoso que la mayoría de los colombianos llevábamos dentro.
Cuanta razón asistía a Álvaro Gómez Hurtado al afirmar que «Colombia es un país conservador que tiene la mala costumbre de votar por los liberales». Todo indica que se nos quitó esa costumbre.
Para simular o paliar el irresistible ascenso de la política y la cultura de derecha, algunos unos ingenuos y otros perversos, se inventaron el centro: centro derecha, centro izquierda, centro-centro, y hasta el puro centro democrático. Una “novedosa” manera de confundir aun más a los pobres electores y politólogos y pasar de contrabando la política de derecha como una política democrática.
El liberalismo, dominante por décadas en la vida política nacional, terminó refundido en la derecha y en el centro. Su actitud vergonzante frente a su ideario y programas democráticos la pagó duramente. La tragicomedia del gobierno de Ernesto Samper marco el fin de su hegemonía y prepotencia.Hoy no se sabe que es, para donde va, ni que quiere. Sí seguir como furgón de cola de una nueva estrategia reeleccionista o correr la aventura de intentar volver “solito” al poder. Los dos grandes líderes del otrora partido del pueblo y de la democracia de izquierda son Cesar Gaviria y Germán Vargas Lleras.
La izquierda no escapa a este proceso de derechización general del país. Los radicales nombres, programas y consignas del ayer, fueron reemplazados, en un acto de sensatez publicitaria y pragmatismo electoral, por Corriente Alterna, Frente Social y Político, Polo Democrático, Progresistas, Verdes, Pido la Palabra y los que faltan. Hoy no discute si reforma o revolución, o si lo hace es dependiendo del renglón.
La derecha llego para quedarse: lleva ocho años de Seguridad Democrática, confianza inversionista y lo demás con Uribe, dos años de su heredero electoral, el presidente Santos, y como si fuera poco asistimos al nuevo reinado, presente y a futuro, que está construyendo el católico, omnipresente y catón Procurador General de la Nación, el doctor Alejandro Ordoñez. A los ojos de todos y de todas, incluido Dios, y libre de toda investigación.
El matrimonio de su hija fue una contundente demostración de su poder y ambiciones. El besamanos del matrimonio mostró una clase política y dirigente entre dinosaúrica, lagarta y sometida a la mirada y los designios del nuevo gran depositario de la moral pública y el buen pensar, a falta del presidente Uribe o mejor siguiendo su saga.
La llamada parranda del procurador es quizá el acontecimiento social de mayor contenido político de los muchos que han ocurrido en el país. Un sorprendente tramado de relaciones de una estrategia de poder, por ahora no electoral ni presidencial.
La boda, sin duda, no fue organizada por una casa de banquetes, sino por una inteligente empresa de marketing político y de comunicaciones estratégicas. Las revistas del corazón y de la política cubrieron con creces los detalles sociales y políticos de la boda, poco se ocuparon de los novios y de su felicidad. Cuatro de los cinco columnistas de la influyente Revista Semana, Coronell, Samper Ospina, Antonio Caballero y María Jimena Duzán, se ocuparon al unísono de la boda, como si fuera el procurador quien se hubiera casado.
Mientras la izquierda entusiasta piensa que el país tiene sus ojos y oídos puestos en La Habana, que allí se define el futuro del país y el próximo presidente, los poderes reales tienen sus ojos puestos en los pasos inmediatos que dará el Procurador Ordoñez. Saben que serán decisorios para el futuro electoral del país. Por eso el presidente Santos y sus Ministros llegaron muy temprano a la iglesia y atendieron diligentemente a los fotógrafos. Los investigados e investigables por el Procurador Ordoñez estaban en la iglesia desde el día anterior y con seguridad enviaron los más costosos regalos.