Luego del Conclave del Hato Grande, el presidente Santos ha decidido que salga humo blanco: “Estoy empeñado como Presidente de la República, pero sobre todo como colombiano, en dejar el Gobierno cuando Colombia pueda decir: tenemos paz”. Falta esperar el previsible nombre de su estrategia: Juan Manuel II.
Fiel a su promesa, no ha pronunciado la palabra reelección, como tampoco lo hizo en su momento su mentor y antecesor Álvaro Uribe. Los acontecimientos políticos se encargaran de ello.
Sin darle el crédito pero si la razón, el presidente Santos ha hecho suya la idea de su hermano Enrique, quien premonitoriamente lo había señalado: “hay que preguntarse ¿si no hay reelección habrá proceso? ¿Seguirá el proceso de paz con cualquier persona que pueda venir después?”. http://goo.gl/t4apy
Por ahora se trata de un anuncio etéreo, gaseoso, pero que tiene propósitos políticos concretos. Uno de ellos es enviar un mensaje tranquilizador y de confianza a las FARC-EP: garantizarles que bajo su mandato, el actual y/o uno próximo, será el único presidente capaz de asegurar el cumplimiento de los acuerdos de paz que se firmen en la Habana.
Con esta declaración el primer mandatario da un paso calculado para legitimar y ambientar su reelección. Puede ser por uno o dos periodos, todo depende de cómo le vaya al proceso de construcción de la paz, después del silenciamiento y la dejación de las armas. Las Farc-EP lo tienen bastante claro: “El acuerdo sería parte de un proceso más profundo y más largo. Entonces nos correspondería seguir la revolución por otro medios pacíficos, esos que no nos han permitido hasta ahora”. http://goo.gl/n4ter
El presidente no se atiene a los tiempos de la normatividad electoral, que se le vencen en noviembre del presente año, prefiere adelantar los tiempos de la política, por eso el encriptado anuncio es también un mensaje tranquilizador a los partidos de la Unidad Nacional, en especial a sus nerviosos parlamentarios, que sin duda serán los grandes beneficiados con la reelección.
El ex presidente Uribe ha respondido la notificación arreciando sus acostumbrados trinos en contra del proceso de paz, al tiempo que sigue buscando con la Lámpara de Diógenes una figura que lidere su proyecto anti santista y anti FARC.
La Estrategia reeleccionista incluye también el eslogan de su campaña y la impronta de su segundo mandato: “un país Justo, Moderno y Seguro”, que según explicó el publicista Ángel Becassino corresponde a las letras iniciales del nombre del presidente. Una bien asesorada manera de marcar distancia con Álvaro Uribe y reciclar publicitariamente “la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social.”, mientras mantiene intocable la estrategia y el estribillo de las cuatro locomotoras, con las cuales ha gobernando el país en los últimos tres años.http://goo.gl/1c9Nl
A la izquierda colombiana le cuesta pensar en un eventual apoyo a la reelección de Santos con el fin de consolidar el proceso de paz, tras la firma de los acuerdos en La Habana, con los cuales está comprometida y cifra todas sus esperanzas políticas y electorales.
La reelección pone a la izquierda entre la perplejidad y la marginalidad. Hoy está prisionera del proceso de paz. No tiene alternativa distinta. Prende una vela al Santos de los diálogos de paz y otra al diablo de las locomotoras de la prosperidad.
La izquierda deshoja la margarita electoral: dar testimonio de fe en sí misma con un candidato propio, puro y duro, sin ninguna posibilidad de triunfo. Una campaña indeseada, marginal y testimonial, un verdadero retroceso. También explora una tercería más allá de sus propias fuerzas y candidatos. Una opción hoy bastante incierta. Los propósitos iniciales de Pido la Palabra de construir una opción electoral frente a la polarización Santos-Uribe, languidecen tras la decisión de Sergio Fajardo de permanecer hasta el final de su mandato en la gobernación de Antioquia y rechazar toda vinculación a Pido la Palabra y en medio de la pugnas internas del naciente grupo, que motivaron la renuncia pública de la ex dirigente liberal Cecilia López, una de sus más importantes impulsoras.
A la izquierda colombiana le cuesta pensar en un eventual apoyo a la reelección de Santos con el fin de consolidar el proceso de paz, tras la firma de los acuerdos en La Habana, con los cuales está comprometida y cifra todas sus esperanzas políticas y electorales. Para ello tendría que lograr su unidad, que con nombre propio significa sellar un gran acuerdo entre el Polo Democrático, la Marcha Patriótica, el Movimiento Progresista que lidera Antonio Navarro y alguna fracción reverdecida del Partido Verde. Una suerte de frente unido de izquierda en condiciones de negociar y participar en la conformación de un gobierno de convergencia nacional para asegurar la construcción de la paz duradera. Apostarle a elegir y ser parte de un gobierno de coalición con todo lo que ello implica. O preferir el camino de la marginalidad política y la oposición de decorado.
La gran incertidumbre para el juego electoral es la estrategia política y electoral de las Farc-EP luego de una eventual firma de los acuerdos de paz en La Habana. Una decisión tan compleja y de alto riesgo como la firma de la paz misma. De allí que se encuentren «deseosos y anhelantes de poder entrarle» al tema de la participación política y su particular interés en iniciar lo más pronto posible el segundo punto de la agenda. http://goo.gl/DXqiQ
El presidente Santos quiere ser imprescindible y necesario, convertirse en el presidente obligado para conquistar y consolidar la paz. Todo indica que habemus Juan Manuel II para rato, por lo menos para el próximo cuatrienio.
/ Asesor editorial
hsuarez2007@yahoo.es * columna publicada en el Semanario Virtual Caja de Herramientas